El reloj consistorial marcaba las doce y cinco minutos de la noche, cuando no sin algún problema, comenzaba a arder una año más frente al Parque de la Vía la tradicional Hoguera de San Juan, una tradición tan castellana como el canto de las marzas o la pingada del mayo, que fue durante algún tiempo efeméride ancestral que marcaba el paso del Equinoccio de Primavera al Solsticio de Verano. Las llamas comenzaron cuando el alcalde, Juan Carlos de la Fuente, prendía la montaña de maderas para dar comienzo al ritual; que hora y media hora después se había consumido casi en su totalidad acabando con el muérdago y malos deseos que algunos arrojaron al fuego en forma de papeles escritos con sus plegarias. Quedando reducida poco tiempo después a brasas para disfrute de cuantos se animaron a saltarla, que en esta ocasión no fueron pocos. La caída del palo central señalaba el inicio del reparto de chocolate con bizcochos para cuantos quisieron acercarse a la campa ubicada entre el Parque de la Vía y el Punto Limpio para disfrutar de una noche de fiesta y convivencia. La nota musical llego de manos de una charanga que incluso interpreto el cumpleaños feliz para un pequeño que cumplía cuatro años. En resumen, una noche que trascurrió con normalidad, salvo algunas quemaduras que no traspasaron más que la ropa de algún intrépido saltador.
