viernes, 3 de septiembre de 2010

Pregón por Carlos de la Sierra

Queridas amigas y amigos de Villagonzalo Pedernales. Os habla un vecino de otro pueblo, aunque criado en un medio capitalino, que se siente particularmente honrado de poder pregonar estas palabras en presencia vuestra. Gracias, en grado superlativo, por tanta amabilidad. No sólo por la deferencia que me hacéis, sino porque este instante que compartimos ahora me acerca a lo mejor de los pueblos: la esencia de sus habitantes, la nobleza de sus gentes, la dignidad de su historia.

Nada más justo, pues, que celebrar una fiesta donde se celebra la grandeza de los tiempos del alma, de esos santos días del pasado que nuestros antepasados cabalgaron a lomos de acémilas, en siglos donde sólo gigantes de corazón inmenso y voluntad rayana en la obstinación podían arrancar las cosechas a esta madre tierra, tan desnaturalizada en ocasiones con sus mejores hijos.

Han sido miles los poetas y escritores que han cantado la gloria de los pueblos, que han alabado la épica de sus habitantes y escrito de las venturas y desventuras de sus naturales. Pero hoy el motivo que nos reúne no puede ser otro que la felicidad, que la alegría, que la concordia y la diversión. Fuera las caretas de la crisis, este es
el gran teatro del mundo, el escenario donde se genera la vida, la obra teatral en la que vosotros, amigas y amigos, sois los únicos protagonistas, los actores y actrices principales del reparto, los artífices de la vitalidad que derrocha esta villa que habitáis y donde cada día hacéis posible, entre todos, el futuro.


Recuerdo las palabras escritas en el epitafio a Rabelais, rey de los dipsodas, y que hoy, aunque parezcan políticamente incorrectas, las encuentro adecuadas al ánimus jucandi que debe presidir toda fiesta que se precie. Y éstas celebraciones, que nos unen bajo la advocación al santo Vicente, no merecen menos: “Jamás por mucho madrugar, el Sol ha conseguido/ atraparlo de Aurora sin que ya esté bebido,/ más tampoco en Véspero la noche logró ver/ que por tarde que fuera dejase de beber;/ pues, sediento, sin tregua el hombre ardía/ y empinaba de codo noche y día”.

Disfrutad, pues, con moderación de vinos y viandas, lanzad a los cielos las luminarias de color de los fuegos de artificio, voltead todas vuestras campanas, gritad vuestros cantares, amad a los que os son queridos, pregonad vuestra felicidad, celebrad que sois un gran pueblo, una gran comunidad, una alma sola, ahora, cuando todos apiñados, saltáis de gozo en esta jornada festiva.

Estamos en un año de viajeros y peregrinos, en unas fechas donde los caminos recuperan lo mejor de sus tradiciones y los pueblos renuevan su hospitalidad ancestral. Así veo a Villagonzalo, un lugar acogedor, sincero, cosmopolita, un pueblo que abre sus brazos a todos los que llegan a sus calles, sin importar de qué color es el barro que traen en las suelas de sus botas. Solidariamente, esta comunidad de ciudadanos libres se consolida cada día, se hermosea, se nutre de otras lenguas y culturas.

Orgullosos de vuestro pasado, el pueblo, vosotros, enfrentáis el futuro cargados de esperanza, educando a vuestros hijos como nunca, prosperando en población y servicios, en infraestructuras y empleo, en igualdad, en cultura… Dicho de otro modo: derrochando sensibilidad social. El futuro es vuestro, no lo dudéis.

Vecinos de Villagonzalo. Amigos y amigas, os mando un abrazo cálido de respeto y cariño. Sed felices en estas fiestas y siempre.

¡Viva san Vicente!
¡Viva Villagonzalo Pedernales!

CARLOS DE LA SIERRA (ESCRITOR)

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